En los albores del siglo XX, Uruguay despertaba a su destino futbolero, Montevideo y las ciudades del interior comenzaban a latir al ritmo de un deporte que apenas despuntaba, pero que ya despertaba pasiones que ningún otro podía igualar. En Durazno, hacia 1893, nació un niño que algún día sería conocido como Abdón Porte, aunque en su barrio lo llamaban simplemente El Indio. De complexión fuerte, mirada intensa y carácter decidido, creció entre la vida humilde de una familia de clase trabajadora y los sueños que alimentaba con cada historia que escuchaba sobre el Club Nacional de Football, el equipo de sus amores.
Desde muy joven, el fútbol fue su refugio y su lenguaje,
jugaba en potreros y campos improvisados, donde la pelota era a veces de trapo,
pero el corazón era siempre de cuero genuino. El viaje a Montevideo fue
inevitable: la capital era el epicentro del fútbol uruguayo y allí las
oportunidades eran escasas pero reales. Porte llegó alrededor de 1908,
enrolándose primero en Colón F.C. y luego en Libertad F.C, clubes pequeños pero
combativos, que forjaron en él el temple de un jugador hecho para resistir.
El año 1911 marcó el punto de inflexión,
Nacional atravesaba un momento de apertura histórica: el llamado “cisma de
1911” abrió las puertas del club a jugadores populares, rompiendo las viejas
barreras sociales. Fue en ese contexto que Abdón Porte se calzó la camiseta
tricolor por primera vez, debutando el 12 de marzo. Al principio, jugó como
lateral derecho, pero pronto su energía, liderazgo y capacidad para abarcar la
cancha entera lo llevaron a ocupar el centro del mediocampo. Desde allí, se
convirtió en el eje de un equipo que aspiraba a la gloria.
Su juego no se medía solo en técnica, sino en
una entrega feroz, Abdón era capitán, organizador y soldado. En cada balón
dividido iba la vida; en cada cierre defensivo, la dignidad del club. En apenas
siete años, acumuló más de 200 partidos oficiales y 19 títulos: 11 nacionales y
seis internacionales, incluyendo Copas Aldao, Honor Cousenier y Chevallier
Boutell, así como la Copa Competencia. Fue protagonista en 39 clásicos contra
Peñarol, donde dejó victorias memorables, empates disputados y hasta cuatro
goles desde su puesto de mediocampista defensivo, algo poco común para la
época.
La cúspide de su carrera llegó en 1917, cuando
integró la selección uruguaya campeona de la Copa América. Aquel fue un año
redondo para Nacional: el club logró el tricampeonato uruguayo (1915–1917) y,
como broche de oro, obtuvo la Copa Uruguaya en propiedad. El Gran Parque
Central, reinaugurado en 1911 con Porte en la cancha, era la fortaleza desde
donde los tricolores defendían su supremacía.
Pero el destino, siempre cruel con los héroes,
comenzó a torcer el rumbo. En un clásico del 27 de mayo de 1917, Porte sufrió
una grave lesión de rodilla. En una era sin cirugías reconstructivas, aquello
era casi una sentencia, sin embargo, él volvió a jugar, como si el dolor fuera
apenas una molestia pasajera. Su cuerpo ya no respondía igual, pero su espíritu
seguía intacto. El público lo veía cojear, pero también lo veía barrerse al
suelo para ganar una pelota imposible.
A comienzos de 1918, la directiva tomó una
decisión pragmática pero dolorosa: su puesto sería ocupado por un jugador más
joven, Alfredo Zibechi. Abdón entendió el mensaje: su ciclo como titular había
terminado y eso para un hombre que vivía y respiraba por Nacional, la noticia
fue más devastadora que cualquier golpe recibido en la cancha.
El 4 de marzo de 1918, Nacional enfrentó a Charley
y ganó 3–1, Abdón jugó, como siempre, con la camiseta pegada al alma. Tras el
partido, hubo festejos en la sede y entre risas y abrazos, nadie imaginó que
esa sería su despedida. Cerca de la una de la madrugada, se levantó, se
despidió sin estridencias y tomó el tranvía rumbo al Gran Parque Central.
La noche era fría y silenciosa, el estadio,
vacío, lo recibió como a un viejo amigo. Caminó hasta el círculo central, el
mismo que había defendido tantas veces y allí se quedó unos instantes. Quizá
recordó cada gol, cada clásico, cada abrazo con sus compañeros. Quizá pensó en
que sin esa camiseta, su vida carecía de sentido. Sacó un revólver y con un
disparo al corazón, decidió fundirse para siempre con el club de su vida.
Al amanecer, el canchero encontró su cuerpo, a
su lado, un sombrero con dos cartas. Una, dirigida al presidente de Nacional,
José María Delgado, pidiendo que cuidara de su madre y de su novia. La otra, un
testamento de amor eterno:
“Nacional, aunque en polvo convertido y en polvo siempre amante,
No olvidaré ni un instante lo mucho que te he querido. Adiós para siempre.”
La noticia conmocionó al país, Nacional y
Wanderers organizaron un partido a beneficio de su familia. Su sepelio, en el
Cementerio de La Teja, lo colocó junto a los hermanos Céspedes, otras leyendas
tricolores. Con el tiempo, su historia trascendió el deporte: Horacio Quiroga
le dedicó el cuento Juan Polti, half-back
y Eduardo Galeano lo incluyó en El fútbol a
sol y sombra bajo el título “Muerte en la cancha”.
Hoy, más de un siglo después, la tribuna oeste del Gran Parque Central lleva su nombre. En cada partido, flamea una bandera que dice: “Por la sangre de Abdón”.
El
Correo Uruguayo emitió un sello en su honor y en la tribuna Atilio García un mosaico
recuerda su rostro. Abdón Porte no fue solo un jugador de fútbol; fue un hombre
que amó una camiseta hasta el extremo de unir su vida y su muerte a ella. En la
memoria de Nacional y de todo Uruguay, sigue siendo el ejemplo más puro de amor
incondicional por un club.
📊 Datos y estadísticas de Abdón
Porte
- 📅 Nacimiento: 1893, Durazno, Uruguay
- ⚽ Debut en Nacional: 12 de marzo de 1911
- 🎽 Posición: Mediocentro (Centrohalf)
- 🏆 Títulos totales: 19 (11 nacionales, 6
internacionales, 2 con la selección)
- 🌍 Internacional con Uruguay: Campeón
Copa América 1917 🏆🇺🇾
- 📈 Partidos jugados: +200 oficiales con
Nacional
- 🎯 Goles: 4 en clásicos, 19 totales
- 🔥 Clásicos jugados: 39 (11 victorias, 5
empates, resto derrotas)
- 📍 Fallecimiento: 5 de marzo de 1918, Montevideo (Gran Parque Central)