MARRUECOS CAMPEON MUNDIAL SUB-20


Marruecos Campeon Mundial Sub 20


En Santiago de Chile el aire pesaba distinto, el Estadio Nacional, colmado de banderas celestes y rojas, respiraba tensión y gloria. Cuando el árbitro pitó el final, el mundo entero escuchó un rugido que cruzó el desierto del Sahara, trepó las murallas de Rabat y retumbó hasta el último rincón del Magreb: Marruecos era campeón del mundo Sub-20.


Sí, Marruecos, el país que hace tres años había deslumbrado al planeta en Qatar 2022 volviendo a poner a África en la cima del fútbol. Pero esta vez no fue un sueño de adultos, sino una declaración de juventud. Los Leones del Atlas han conquistado el futuro. Y lo hicieron a su manera: con garra, táctica, coraje y una fe inquebrantable.


Desde el primer día, los dirigidos por Hicham El Idrissi mostraron que no habían viajado a Chile para aprender, sino para competir. En la fase de grupos su fútbol se impuso con autoridad: un equipo compacto, disciplinado, con un mediocampo que pensaba rápido y una defensa que jugaba al límite, siempre al borde de la perfección. Sus transiciones eran como látigos y cada recuperación se transformaba en una oportunidad de oro. Marruecos no improvisaba: sabía exactamente lo que hacía.


La eliminación de Alemania en octavos fue el primer aviso, el golpe ante Brasil en cuartos, la confirmación. Y cuando superaron a Francia en semifinales por penales, el mensaje fue claro: Marruecos ya no era la sorpresa del torneo, era el favorito silencioso. En cada paso, los jugadores dejaban claro que la camiseta roja pesaba más de lo que muchos imaginaban.


La final ante Argentina, la potencia eterna de los mundiales juveniles, era el último obstáculo. El Nacional de Santiago vibraba, en un lado, la tradición albiceleste; en el otro, la revolución africana. Pero desde el pitazo inicial se sintió que la historia tenía otro destino. Marruecos jugó con una serenidad sorprendente, manejó los tiempos, impuso su ritmo. A los doce minutos, Yassir Zabiri, capitán y cerebro del equipo, dibujó una obra de arte: un tiro libre que viajó con la precisión de un sueño y se clavó en el ángulo.


Argentina, herida en su orgullo, intentó reaccionar, pero cada ataque chocaba con una muralla roja. Benrida, el arquero, parecía invencible; Chibani y El Kaabi Jr. corrieron como si el corazón les ardiera. Y cuando a los treinta y uno una jugada de precisión quirúrgica terminó con el segundo gol marroquí, la historia se selló. Un pase filtrado, un toque suave, una definición al alma. 2-0. El marcador que cambiaría para siempre el destino de una nación.


El resto fue resistencia, control, madurez, Marruecos no defendió: jugó con inteligencia, con el temple de quien sabe que está haciendo historia. Argentina lo intentó todo, pero el reloj fue su peor enemigo. Cuando el árbitro chileno marcó el final, los jugadores marroquíes se arrodillaron en el césped. Algunos lloraron. Otros rieron. Todos entendieron que lo imposible había ocurrido: África volvía a reinar en el mundo.


Hicham El Idrissi, con los ojos húmedos, lo resumió en una frase que resonó en cada micrófono:


“Esto no es suerte, es trabajo. Marruecos ya no es una sorpresa, es una realidad.”


Y tenía razón, detrás de este triunfo hay años de planificación. La federación marroquí lleva una década invirtiendo en infraestructura, formación y metodología. El Centro Mohammed VI, orgullo del país, se ha convertido en una fábrica de sueños donde la técnica africana se mezcla con la precisión europea. De ahí salieron Zabiri, Benrida, Chibani. Jóvenes que no solo saben jugar al fútbol, sino entenderlo.


En las calles de Rabat, Casablanca y Marrakech, la noche se volvió día, miles de personas inundaron las plazas, ondeando banderas y cantando hasta el amanecer. Algunos ancianos lloraban de emoción; los niños, con camisetas rojas, soñaban con ser los próximos héroes del Atlas. Era una fiesta que iba más allá del deporte. Marruecos no solo había ganado un Mundial, había ganado respeto.


Lionel Messi, desde Argentina, dejó un mensaje en apoyo a los albicelestes:


“¡¡Cabeza en alto, muchachos!! Hicieron un torneo impresionante y, aunque todos queríamos verlos levantar la Copa, nos quedamos con la alegría de todo lo que nos dieron y el orgullo de ver cómo defendieron la celeste y blanca con el corazón"

 

escribió Leo en sus historias de Instagram.


El triunfo de la disciplina sobre el talento suelto, del orden sobre el caos, de la fe sobre la duda. En cada pase, en cada recuperación, se notó un país que entendió que el fútbol moderno no se improvisa, se construye.


Esa noche en Santiago no fue solo una victoria, fue una confirmación. Marruecos ya no es un invitado exótico en los grandes torneos. Es un protagonista, un símbolo de que el fútbol africano ha despertado y no piensa dormirse otra vez. Los Leones del Atlas rugieron con fuerza y el mundo escuchó.


Mientras las luces del estadio se apagan y los ecos de los cánticos se pierden en la distancia, queda una certeza: el futuro del fútbol tiene acento marroquí. Y esa generación Sub-20, nacida entre la arena del desierto y los campos de Europa, ha demostrado que los sueños, cuando se trabajan con pasión, pueden convertirse en eternidad.



🗓️ Línea temporal: la ruta hacia la gloria


  • Fase de grupos
    🆚 Japón 2-0 Marruecos (derrota inicial que despertó al león dormido)
    🆚 Marruecos 3-1 Estados Unidos (reacción de carácter)
    🆚 Marruecos 1-0 Nigeria (triunfo táctico para avanzar)

  • Octavos de final
    🆚 Marruecos 2-1 Alemania — Exhibición de disciplina y velocidad.

  • Cuartos de final
    🆚 Marruecos 2-1 Brasil — El partido que cambió el respeto por admiración.

  • Semifinal
    🆚 Marruecos 0(4)-(2)0 Francia — Épico, dramático y con Benrida como héroe en los penales.

  • Final – 20 de octubre, Santiago de Chile
    🆚 Marruecos 2-0 Argentina — Zabiri y Benrida, nombres que ya pertenecen a la historia.


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