EL VAR,EL NUEVO INFLUENCER DEL FUTBOL:NO JUEGA,PERO DECIDE TODO

 

El Var

No mete goles, no corre, no transpira, pero nadie tiene más impacto en un partido que él. El VAR no es un sistema: es una estrella de reality, invisible, omnipresente, emocionalmente impredecible. El influencer que el fútbol no pidió… pero que no puede dejar de mirar.


 

El Protagonista Silencioso


Desde que el VAR fue presentado como la gran promesa de justicia tecnológica en el fútbol, el deporte más popular del mundo no volvió a ser el mismo. Iba a ser una herramienta: precisa, objetiva, salvadora, pero lo que obtuvimos fue algo muy distinto. Obtuvimos a un influencer, uno que transforma cada partido en un episodio de suspenso.


Porque si antes el grito de gol era la liberación más genuina, ahora viene con delay, una pausa, una sospecha, una duda. El delantero no festeja, mira de reojo al árbitro, el hincha no salta, se agarra la cabeza. El comentarista no grita, especula: “ojo que podrían estar revisando algo”.


Y ahí empieza el show.


 

De Árbitro a Showrunner


En los viejos tiempos, el árbitro era el único dueño de la verdad, con aciertos o errores, su decisión era ley. Hoy, en cambio, el juez central es apenas un intermediario dramático entre lo que pasa en la cancha y lo que dicen desde una sala climatizada a cientos de kilómetros.


Es como si un director de cine tuviera que pedirle permiso al editor en mitad de la escena.


Una jugada polémica.
Un golazo de media distancia.
Una falta en el área.
Y entonces, el momento: “Revisión VAR en curso”.


Silencio, zoom en el rostro del árbitro, mano al auricular y mucho suspenso.
Una caminata lenta hacia la pantalla, una imagen borrosa, otra repetición.
La tensión sube, los hinchas rezan, gritan, insultan.
Y finalmente: la sentencia.


Es como una ceremonia religiosa, un ritual de fe tecnológica.



 

¿Justicia? No Siempre, Pero Drama, Seguro


A lo largo de los últimos años, el VAR ha definido títulos, anulado goles históricos y potenciados rivalidades. A veces acierta, a veces, simplemente, cambia un error humano por uno digital.


  •          En la Copa América 2019, a Argentina le anularon dos penales contra Brasil sin revisión en el monitor. Messi terminó expulsado y acusando a la CONMEBOL de corrupción.


  •         En el Mundial de Qatar 2022, Japón clasificó ante España con un gol que, según las repeticiones, parecía salir del campo. El VAR trazó líneas imposibles y validó lo que nadie creía real.


  •         En la Champions 2023/24, un gol agónico de Lautaro Martínez fue anulado por un offside de su talón, tras cinco minutos de revisión. El partido terminó sin goles y el Inter, eliminado.

Y lo más curioso: la polémica no bajó, subió.


Porque cuando hay errores humanos, el hincha se resigna. Pero cuando hay errores tecnológicos, se enfurece.


“La línea estaba mal trazada”, “Ese ángulo es engañoso”, “¿Y por qué no revisaron la otra jugada?”.


La sospecha es infinita, el debate eterno y el VAR, en el centro del escenario.


 

El VAR Tiene Todo El Engagement


Lo que antes era una decisión de segundos ahora es una escena de varios minutos. Una coreografía que involucra tecnología, cámaras, repeticiones, zooms y tensión narrativa.


Y como todo influencer que se respeta, el VAR tiene estilo:


  •          Marca visual: la caminata del árbitro hacia el monitor ya es parte del folklore.


  •          Frase de marca: “Revisión en curso”, con su tensión implícita.


  •          Merchandising indirecto: camisetas con “VAR OUT”, banderas, memes, clips virales.


  •          Fandom dividido: hinchas que exigen más VAR, otros que lo detestan con pasión.

Incluso su presencia en redes sociales supera a la de muchos jugadores. Un simple fallo polémico y su hashtag se vuelve trending en segundos. Tiene el tipo de poder que antes solo tenían los cracks.


 

¿El fin del fútbol espontáneo?


La pregunta que queda flotando es inquietante:
¿Nos está quitando el VAR la magia del fútbol?
¿O solo nos está mostrando que nunca fue tan mágica como creíamos?


Hoy los futbolistas tienen miedo de celebrar, los hinchas esperan confirmación y los partidos se sienten editados en tiempo real, como si el fútbol se estuviera viendo en postproducción.


Pero al mismo tiempo, nunca se habló tanto de cada jugada, nunca se analizaron tantos ángulos. Nunca se virilizaron tanto los goles... aunque hayan sido anulados.



 

El VAR No Es Un Villano, Es Un Espejo.


Lo más perturbador es que el VAR, en realidad, no cambió el fútbol, solo nos obligó a mirarlo de otra manera. A revisar, a dudar, a discutir. El VAR somos todos: obsesionados por tener razón, adictos a las pruebas y dispuestos a gritar hasta que alguien diga: “sí, fue penal”.


Tal vez el problema no sea la tecnología, tal vez el problema sea creer que con cámaras y algoritmos vamos a resolver lo que siempre fue puro caos emocional.


 Hoy, cada vez que arranca un partido, sabemos que puede aparecer. No tiene número, ni camiseta, pero está ahí, invisible, observando.Y cuando llega el momento, su juicio es irreversible.


No lo vemos, pero lo sentimos.
No lo seguimos, pero nos sigue a todos.
No juega, pero decide quién gana.


Y en esta era de fútbol convertido en espectáculo, el VAR es el influencer que domina la narrativa.


El que convierte cada jugada en historia.
Cada error en viral.
Cada partido en suspenso.


Bienvenidos al fútbol moderno.
Donde el gol vale… solo si el VAR quiere.

 

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